Mucho se ha hablado ya sobre la conveniencia o no de llevar gafas de sol a la hora de jugar un torneo o una amistosa timba. La nueva generación de jugadores emula a recientes estrellas que implantaron esta tendencia: gafas de sol para aumentar la tensión en tus contrincantes. Pero, ¿sirve de algo? A continuación te damos algunas claves positivas y también negativas.
Tus ojos te delatan
Para muchos, la expresión facial es la mejor manera de saber si vas de farol o realmente tienes una buena mano ganadora. Por eso, utilizan las gafas con el fin de que tus rivales no lean tus ojos y duden algo más a la hora de mover turno.
Aprovechas más campo de visión
Nadie sabe qué estás viendo tras esas lentes oscuras. Puedes estar fijándote en quien tienes enfrente o, simplemente, mirando de reojo a tu lado. Para quien las lleva, le permite almacenar más información sin ser descubierto.
Esto te permitirá también fijar tu imagen en una posición concreta sin necesidad de ser observado por el resto.
Pero llevar gafas de sol también tiene sus contras que el jugador no debe pasar por alto. Como por ejemplo la dificultad de luz que supone ya de por sí estar dentro de un cuarto con escasa luz. Esto puede tender a más errores en la toma de decisiones. O que si proyectas demasiado la carta sobre el cristal, ésta acabe reflejándose en ellos y descubriendo tus opciones. Aunque los nuevos modelos han mejorado en este aspecto sus lentes.
Un endurecimiento de la personalidad en el juego (algo que en ocasiones no agrada a muchos contrincantes), o la impersonalidad que supone previamente charlar con los adversarios para presentarse (generalmente un jugador con gafas de sol tiende al rechazo), son también variables no demasiado positivas para quien hace uso de ellas.